"Las altas tasas de fracaso escolar y el abandono prematuro de los estudios de muchos de nuestros estudiantes dejan en numerosas ocasiones en mal lugar a España, sobre todo si se comparan sus resultados con los de sus socios europeos. Baste un dato: nuestra tasa de repetidores dobla la media de la Unión Europea. A ese problema se añade la creciente inquietud de los maestros por la pérdida de respeto que sufren entre sus alumnos. En unos años hemos pasado de frases tópicas e injustas, como aquella que decía "tienes más vacaciones que un maestro", a reconocer su tremenda importancia. Para ejercer el magisterio no sólo hacen falta estudios y un título, sino sobre todo vocación, y eso no se enseña en la universidad. Hoy sabemos también que este oficio exige una formación y reciclage continuos. De vacaciones hiperbólicas, pues, nada de nada, sino periodes para preparar el siguiente curso y afrontar los nuevos retos.
Pero si en el camino hemos ganado en algunas cosas, como el reconocimiento social de la profesión, hemos perdido en otras.
Pocos maestros son ya tan idolatrados por sus alumnos como don Gregorio, uno de los protagonistas de La lengua de las mariposas, un bellísimo cuento de Manuel Rivas que debería ser de lectura obligatoria en todas las escuelas. Y que los alumnos deberían recomendar también a sus padres, sus otros profesores. A los problemas de la autoridad bien entendida, entre otras muchas cosas, se refería en la entrevista que publicábamos en nuestra edición de ayer el ministro de Educación, Ángel Gabilondo. Esa preocupación planea también en las respuestas que ofrece Mercedes Cabrera, ex ministra de Educación, en La Contra de hoy. En este asunto, como en tantos otros, no caben las recetas mágicas ni las panaceas y sí el sentido común. En la lucha por elevar el nivel educativo y abandonar el furgón de cola de la UE no hay que perder de vista ago incuestionable: la escuela es importantísima, pero sólo complementa la educación de los escolares. Es tarea irrenunciable de los padres continuar esa labor.
Educar en casa y en la escuela. Aprender en la escuela y en casa. El futuro de nuestros hijos depende en buena medida de los profesores que se crucen en su camino, pero también de nosotros, educadores a tiempo completo, las 24 horas del día, los 365 días del año.
El escritor francés Daniel Pennac, que en su infancia fue un pésimo estudiante, coleccionista de ceros hasta que varios don Gregorio acudieron en su rescate, ha hecho en su obra Chagrin d'école, que en castellano se ha traducido como Mal de escuela, un monumento a la capacidad redentora de la lectura y de los buenos maestros. El autor, maestro él mismo, recuerda que en una ocasión un padre acudió a hablar con él, preocupadoo por la poca madurez de su hijo. Una inquietud muy loable, salvo por el pequeño detalle de que el hijo en cuestión tenía doce años. Pennac explica que al día siguiente vio a ese mismo circunspecto padre yendo en patinete por la calle.
No se trata de suplantar a los maestros ni de intentar competir con ellos en inferioridad de condiciones. Pero si los padres apoyan y respetan, será muy díficil que sus hijos no lo hagan. En definitiva, hemos de madurar y aprender con nuestros hijos, y no delegar la tarea titánica de su educación única y exclusivamente a las escuelas. Solo así lograremos que, al crecer, recuerden con respeto a todos los don Gregorio del mundo."
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada